Por cada corredor que recorre el mundo participando en maratones, hay miles que corren por el gusto de escuchar las hojas y la lluvia y que esperan que llegue el día en que les resulte todo tan fácil como a un pájaro volar. Para ellos el deporte no es una prueba, sino una terapia; no es un desafío, sino una recompensa; no una pregunta, sino una respuesta.

Doctor George Sheehan, corredor, filósofo.

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6/01/2012

VIVIR, DESCUBRIR, COMPRENDER, COMENZAR, TRANSFORMARSE, JUGAR...

Mi amigo Paco Montoro (blog: Correr para vivir mejor) tuvo el tan bonito gesto de pasarme el índice de esta joya de libro, descatalogado: Correr es Salud de Sheehan.

No he podido evitar dedicarle una entrada:


Cuando tuve este libro en mis manos, no podía parar de leerlo. Cada frase que leía me emocionaba.
Y a día de hoy, a pesar del tiempo que ha pasado, con lo que voy encontrando, me pasa lo mismo.
Tomado del Blog de Correr Para Vivir Mejor (Correr es Salud. Sheehan):


¿Quien soy? Deme una mirada.

Soy un corredor. Años atrás, esta afirmación habría significado para mí poco más que la elección accidental de un deporte. Una actividad con que llenar parte de mi tiempo libre elegida por una razón tan superficial como la actividad en sí.

Ahora estoy más entrenado. El corredor corre, no porque es demasiado delgado para el rugby, porque no tiene la suficiente habilidad para hacer pasar una pelota a través de aro o porque no puede acertar con el bate a una pelota: Corre porque tiene que correr. Porque siendo un corredor, avanzando a través del dolor, del sufrimiento y la fatiga, al imponerse un esfuerzo tras otro, al eliminarlo todo excepto lo necesario para la vida, se realiza a si mismo y se convierte en la persona que es.





He abandonado muchas cosas en este proceso de transformación. Ninguna fue un sacrificio. Cuando algo se hizo claramente prescindible, no hubo problema en pasarme sin ello. Y cuando algo se hizo claramente esencial, no hubo problema en aceptarlo junto con todo lo que representara.
Desde fuera este mundo del corredor no parece natural. El cuerpo, castigado; los apetitos, negados; las satisfacciones, diferidas; las motivaciones que impulsan a muchos hombres, ignoradas.
Veo esta simplicidad como mi perfección. No obstante, a los ojos de mis observadores la imagen es completamente distinta. Mi éxito en apartarme de las cosas y de la gente, de las ambiciones y deseos corrientes, es visto como descuido y desinterés, como prueba de desapego y de deseo de no comprometerme ni colaborar.


Que le vamos a hacer… Una más amplia visión del mundo podría incluir la posibilidad de que tales personas son necesarias. Que el corredor que arde solo con una llama en una carretera solitaria se comprometiera y colaborara. Y mientras que un mundo compuesto únicamente por corredores sería impracticable, no se podría vivir en un mundo desprovisto de ellos“.

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