Siempre digo que me gusta entrenar, salir a trotar a mi aire, más que hacer carreras y competir..., pero leer a Sheehan, me ha hecho pensar en su importancia y en todo cuanto nos aportan. Dejo algo de sus palabras acerca de este tema:
"He recorrido el mundo entero en busca de aventuras y las he encontrado en mi propio cuerpo", me dijo un escritor amigo mío poco después de terminar su primera carrera de competición. Y no es de los que hablan por hablar. Sus aventuras son siempre auténticas.
Mi amigo había dado el salto de correr a participar en carreras, del juego al deporte, del niño al hombre. Sus carreras de entrenamiento le prepararon para el desafío, pero no lo eran todavía. Aquellas carreras no habían pasado de ser un simple juego. Carecían de principio y de final. Carecían de reglas y de controladores. Comenzaban y terminaban por capricho, aburrimiento, placer.
Mi amigo terminó en uno de los últimos puestos. No importa. Eso es algo perfectamente admisible en una carrera. Esa lucha que los griegos denominaron "agon" (de donde viene nuestra agonía) es idéntica para el ganador y para el perdedor, al igual que esos momentos espléndidos y breves que embargan tanto al uno como al otro cuando ponen en práctica el máximo de su capacidad.
Y esto es algo sólo posible en una carrera. Las carreras pueden ir acompañadas de meditación y todo lo que ella implica; pero representan también la experiencia, el paso de ti o de mí pensando en cómo podríamos ser al conocimiento pleno de cómo somos realmente y de lo que podríamos hacer de verdad.
Los entrenamientos pueden ponernos en contacto con la fuente de nuestra inspiración, nuestra creatiavidad y nuestras ráfagas de comprensión intuitiva. Pero la carrera es la realidad. En ella es como si quedásemos totalmente al desnudo. En ella carecen de importancia incluso el nombre, el rango y el número. En esa situación, aparentemente artificial, nos sometemos a un test práctico.
La carrera nos permite esforzarnos hasta los máximos límites, compartir, aunque sea simbólicamente y por poco tiempo, la tragedia que nos rodea. Y lo que es más importante, en ese advenimiento, en ese nuevo nacimiento, no sólo me convierto en hombre, sino que me acepto como el hombre que soy.
La carrera es un lugar en el que pueden coexistir dos ideas contradictorias acerca de la vida. La primera es la de que todo lo que se hace bien es intrínsecamente una crítica de lo que se hace mal; la segunda es la de que si una cosa merece la pena hacerse, debe hacerse aunque sea mal. En un maratón, la carrera perfecta del ganador representa una crítica de todo lo que no llegue a su altura. Y sin embargo, un corredor de mediana edad que termine dos horas después que él tendrá perfecto derecho a sentarse y a llorar de felicidad.
La derrota puede resultar, pues, tan reveladora como la victoria y considerarse como lo que es: una experiencia de aprendizaje. Si deseamos trazar un guión para nuestra propia existencia, tendremos que saber exactamente quienes somos. Sin someternos a pruebas, a retos, no lo sabríamos nunca. Y, en el fondo de nuestro corazón, sabemos que el poeta Robinson Jeffers tenía razón cuando escribió: En la comodidad y seguridad placentera, ¡qué pronto empieza un hombre a morir!
Amiga Raquel, esta entrada tomada de un capítulo de nuestro idolatrado Sheehan, me ha encantado. Sheehan y Lastra, o Lastra y Sheehan, tal para cual, logran con su buena prosa que me sienta identificado con mis sensaciones al correr.
ResponderEliminarGracias por compartir este capítulo con nosotros, que sean muchos mas.
Bss
Buenissiiiimo!!!!
ResponderEliminarNunca me habría planteado cómo correr en una biblioteca... Interesante el título del libro... ;)
ResponderEliminarCierto es que acabar una carrera nos cambia la vida a todos. Vemos y sentimos cosas que desconocíamos. Y a la vez, nos conocemos más y mejor que antes. Corriendo nos percatamos de cómo somos y cómo podemos llegar a ser.
Preciosa esta entrada, Raquel.
ResponderEliminarMaravillosa entrada Raquel! Gracias por compartirla.
ResponderEliminarSiempre aprendemos algo en una carrera, tanto si conseguimos nuestros objetivos como si no o hacemos. Bonita entrada. ¡Un saludo!
ResponderEliminarGenial. Gracias.
ResponderEliminarGracias por compartirlo, ahora que he conseguio por fin leer a Lastra me he propuesto poder poner los ojos encima a Seehan. Me ha encantado
ResponderEliminarPaco: Cómo me estoy poniendo este mes de Lastra y Sheehan amigo Paco!! Las sensaciones con las que nos identificamos con ellos son compartidas, y cuanto me alegra haberte encontrado. Claro que si, iré poniendo muchas más entradas de él.
ResponderEliminarJaime: Me alegra que te haya gustado Jaime, tú tab eres de Sheehan.
Isidro: Y cuando terminamos una carrera con esa sensación mala y nos decimos q no queremos volver a correr más? y luego volvemos a retomamar el correr en menos de un día... Nos dan mucho y aprendemos de ellas, aunque no siempre nos paremos a pensarlo.
Miguel: Me alegro un montón que te haya gustado.
Pingüina: Gracias Pingüina. Me alegra que te guste.
Raúl: Tienes razón Raúl... siempre nos dan algo nuevo y nos damos cuenta de muchas cosas. Y cómo cambian las sensaciones en cada una a la que nos enfrentamos... Me alegra mucho saber que te gustado.
Fer: ;-)
Alex: Ya me irás contando qué tal con los libros de Lastra, este gran corredor de caminos. Me parecen una belleza sus columnas, y me siento totalmente identifacada. Desde que lo leo y releo, me gusta ahora q me llamen tab corredora de caminos.
Gracias a tod@s por las aportaciones. Besoss!!
Sabias palabras que conducen a profundas reflexiones... Correr, el hecho de correr tiene, sin duda, muchas similitudes con el recorrido a través de nuestra propia vida.... El hecho de correr y meditar es un aspecto que nos permite crecer no sólo como corredores, también cómo personas... Correr es toda una experiencia de vida...
ResponderEliminarYo tengo dos libros de Toni Lastra que recibí por correo y son dos buenas fuentes de información para seguir creciendo como persona.. y como corredor.
ResponderEliminarTe dejo una frase de para llenar el deposito de la experiencia... EL DOLOR.. CUANDO NO SE CONVIERTE EN VERDUGO ES UN GRAN MAESTRO.
Un saludo y te sigo
>> EL DOLOR.. CUANDO NO SE CONVIERTE EN VERDUGO ES UN GRAN MAESTRO
ResponderEliminarTiene buena pinta, Maier. ¿Qué libro es?